Cuando siento el bolígrafo en la mano,
el teclado bajo los dedos, las hojas vacías dispuestas a llenarse de
palabras que tal vez se guarden en un cajón o que tal vez las lea
alguien para después olvidarse, pero que están llenas de significado, de
forma, de historia y de sentimientos, entonces siento que mi vida está
llena.
Cuando una idea empieza a formarse en mi cabeza y se hace cada vez más
grande, hasta que a gritos me pide transformarse en palabras que nadie
leerá, cuando sobre mi cuaderno se mueve el boli con rapidez, sin
pensar, entonces siento que mi vida está llena.
Porque cuando escribo lo demás no importa. Sólamente estamos las
palabras y yo. ¿No es maravilloso que tan solo 27 letras puedan expresar
tanto? ¿No es impresionante lo que un libro te puede llegar a hacer
soñar, pensar y sentir, sólo porque a alguien se le ocurrió escribir?
Hoy he recibido un e-mail de una chica que escribe una columna en una revista. Y me decía:
"...Pero ellos no entienden que no es lo mismo vivir de lo que te
apasiona, eso sí que es una vida plena y no un sucedáneo de vida con el
que no tenemos porqué conformarnos..."
Creo que tiene razón. Sueña, lucha, y vive por tu sueño.
***
Simbiosis, 9 de febrero de 2009
"No sé qué importa lo que esté escrito. No creo que importe si se trata de personas. Se tacha y ya está."
Adán Young, en Buenos Presagios, de Neil Gaiman y Terry Pratchett
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