Nadie quiere hablar, así que solo queda tomarse las cosas con humor. Y yo aquí, riéndome un rato. Vaya si me hace falta.
Respirar hondo unas cuantas veces, contar múltiplos de tres. Ayudar a un niño a no tomarse tan a pecho que a la pintura se le rompa la punta una y otra vez, y caer en la cuenta de que yo también tengo que aprender que no pasa nada. Que sigo viva. Y qué bien sienta, a pesar de lo mucho que me han descolocado las últimas horas.
Oye, y lo que me cuesta no ponerme a bailar y gritar cada vez que oigo esa canción...
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