-Déjame en paz.
-Pero... ¿Sigues enfadada?
-No. He llegado a una conclusión sabia y frustrante, y necesito estar sola.
-¿Qué conclusión?
-Que mi enfado nace más de mis faltas que de las vuestras, y que será más constructivo enmendarlas que culparos, autocompadecerme y tener una rabieta.
-¡Vaya! Asumes responsabilidades. Estás madurando, ¿sabes?
-Sí, y también... perdiendo todo atisbo de satisfacción.
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