¿En qué pensamos?
En la naturaleza del deseo.
El deseo del cuerpo. El deseo del espíritu. El deseo del alma.
El deseo inmediato y el deseo a largo plazo, y en cómo su interacción lleva a la debilidad. Y en cómo dentro de estas interacciones se dan otras entre diferentes trozos de nuestro ser que llevan a la destrucción.
La respuesta está en el equilibrio. No podemos depender solamente del deseo a largo plazo, pues ello nos llevaría a no alcanzar nunca la plenitud y vivir rodeados de frustraciones, siempre pensando en alcanzar más y más cosas sin estar satisfechos. Pero no podemos dejarnos llevar por el deseo inmediato, pues esto lleva al placer efímero con el que nunca podríamos realizarnos.
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