viernes, 20 de mayo de 2016

De las dudas infinitas

Me toca. Me toca y me revuelvo, me estremezco. Me toca.

Oh, Calíope envenenada que siempre llegas acompañando al miedo.
Oh, musa torturadora de la que el hombre ansía compañía pero detesta cuando llega. Cortas con la afilada hoja de aquello que llamamos deseo y fluye la tinta cual sangre, doliendo y llenando la copa de extraña satisfacción, extraño desaliento. Bailas con las notas y las letras, entre el vino y el corazón, y sellas con tu baile la mirada del amante, el desprecio del amado.

Los corazones se encogen. América cierra el libro y posa la pluma. No volvió a buscarla.